Divagando a lo Kafka

Desde mi oscuro refugio miro el queso.
Llevo mirándo ese tentador queso desde hace bastante tiempo.
En mi refugio todo es deprimente, en él no hay queso, no hay nada, pero ahi estoy a salvo de las posibles trampas, o al menos eso creo, incluso llego a imaginar que si que tengo queso y que no necesito ese de afuera.
Desde que entendí que ese queso era para mi, y que lo habían colocaron delante de mi para mi, no he dejado de darle vueltas a la trampa que esconde detrás.
Al principio el miedo a morir en esa trampa me mantenía alerta sobre la idea de ir a por él, pero con el paso del tiempo mis ganas de comerlo han ido aumentando. Y el miedo a morir, a pesar de no mitigar, ha quedado relegado a un segundo plano.
Ahora lo único que tengo en mente es darle un gran mordisco al queso.